Agua que no has de beber...

Estaba yo esta sobremesa, tomando unas cañas y una ración de secretos con mi chica, cuando me llamó el casero. Y va el tío, y así, sin anestesia, me dice que se ha roto un tubito de esos que llevan el agua al grifo del fregadero y que tengo el piso inundado.

Y yo a ypicomil kilómetros. Guay. Vamos, que esta noche me toca echar fregona.

Total, que aquí me hallo. Al final la catástrofe no ha sido tan catastrófica. Por alguna gracia divina, sólo ha llegado el agua a poco más de un dedo de riachuelo que se ha filtrado por terrenos porosos hasta alcanzar el aparcamiento subterráneo y ha salido por debajo de la puerta. Mi ordenador está vivo, (y este post lo atestigua), y todos los cacharritos implicados también.

A decir verdad, me acojoné bastante. Eso de que te digan que tienes el piso inundado no mola nada, y más cuando tienes tu colección de cacharritos de 8 bits recién traída a la capital. Pero ha sido más susto que otra cosa.

Así que me voy a dormir tranquilito y con olor a mojado, que mañana tengo que madrugar para afeitarme en la oficina.

Besitos...