Otro sueño...
Subo la escalera.
El cielo está nublado, una especie de vaho violeta define el muro. Hay dos escaleras de caracol, cada una con su función. Por la escalera de subida sólo puedes subir, por la de bajada sólo puedes bajar. No puedes subir por la de bajada. No puedes bajar por la de subida. No puedes retroceder, ni mirar atrás. No puedes arrepentirte. Ni siquiera intento subir por la de bajada. Aunque pudiera no podría. Lo sé. Lo siento. Es patente. Debo subir por la otra escalera.
Y subo. Subo, subo, subo, subo, subo, subo, subo, subo, subo, subo, subo. Y sigo subiendo, y subo, y subo más y más y más y aún más. Y sigo subiendo, y hay más escalones. No se acaban. Siempre siguiendo la espiral que sube hacia quién sabe donde. Subo. Subo. Subo. Cansa. Subo. Subo. Subo.
Y llego.
Un rellano difuso. Sólo está la Nada. Como en La Historia Interminable. Duele a la vista. No es nada. Ni vacío. Nada.
En la Nada hay una ventana. Es curiosa la sensación, una nada en la Nada. Y en ese hueco que se abre en el vacío, como un portal ajeno a este mundo, está ella. No me mira, no me ve. No la puedo alcanzar. Grito, y no me oye. Y la Nada me separa de ella.
Un rato infructuoso. No puedo más. Ahí está la otra escalera.
Y bajo...
El cielo está nublado, una especie de vaho violeta define el muro. Hay dos escaleras de caracol, cada una con su función. Por la escalera de subida sólo puedes subir, por la de bajada sólo puedes bajar. No puedes subir por la de bajada. No puedes bajar por la de subida. No puedes retroceder, ni mirar atrás. No puedes arrepentirte. Ni siquiera intento subir por la de bajada. Aunque pudiera no podría. Lo sé. Lo siento. Es patente. Debo subir por la otra escalera.
Y subo. Subo, subo, subo, subo, subo, subo, subo, subo, subo, subo, subo. Y sigo subiendo, y subo, y subo más y más y más y aún más. Y sigo subiendo, y hay más escalones. No se acaban. Siempre siguiendo la espiral que sube hacia quién sabe donde. Subo. Subo. Subo. Cansa. Subo. Subo. Subo.
Y llego.
Un rellano difuso. Sólo está la Nada. Como en La Historia Interminable. Duele a la vista. No es nada. Ni vacío. Nada.
En la Nada hay una ventana. Es curiosa la sensación, una nada en la Nada. Y en ese hueco que se abre en el vacío, como un portal ajeno a este mundo, está ella. No me mira, no me ve. No la puedo alcanzar. Grito, y no me oye. Y la Nada me separa de ella.
Un rato infructuoso. No puedo más. Ahí está la otra escalera.
Y bajo...
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< Inicio