Una jartá de pamplinas...

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lunes, marzo 17, 2008

Amor incondicional...

La gente no tiene corazón.

Un día cualquiera, a eso de las cinco y cuarto de la tarde, a la gente le da por procrear. Se acuestan con su pareja o se inseminan artificialmente o se raspan las esporas de los sobacos, y pronto de ahí les nace un retoño más o menos feo, y depositan también en él sus esperanzas. Ese pequeño vástago que les patea las entrañas a las madres, y las orejas a través de las susodichas entrañas a los padres, será algún día alguien de provecho. Futbolista, astronauta, senadora, tertuliano, novia de algún torero. Pero será alguien.

Entonces pasa el tiempo. El retoño crece, y es más feo y más tonto, y más pesado de lo que en un principio pensaron sus padres. Y los padres piensan que menudo negocio, y le dan una colleja y el pobre chaval crece frustrado por no ser tertuliano o futbolista o novio de alguna torera. Todo lo más es un pringado que estudia para ser mileurista, que no ven cuándo el muy jodido se irá ya a tomar por culo con algún tiparraco (o tiparraca) al que se lo puedan colocar.

Lo mismo ocurre con los cupones. Tú vas al quiosco de los cupones y te compras uno, y depositas en él tus ilusiones, y te ves forrado y le haces cortes de mangas a tu jefe, a tu vecino y al presidente de la comunidad, mientras te compras un cortijo con caballos purasangre de la estirpe de Imperioso. Cuidas, mimas tu cupón, lo pones entre almohadones de terciopelo y le das besitos.

Luego, la realidad es distinta. El número no es el que tú querrías que fuera, y tu cupón no es ni futbolista ni tertuliana, y no te ha tocado ni el reintegro. Y tú lo que quieres es mandarlo a tomar por culo, y con suerte lo tiras al contenedor de papel. Así de cruel es el corazón del padre cuyas expectativas se ven frustradas por el capullo de su hijo.

¿Pues saben qué les digo? Que yo me he comprado un cupón, y que no me importa si no me toca. Yo lo querré tal y como es. Me lo guardaré en mi cartera, y me acompañará siempre. E iremos a Disneylandia y a conciertos de rock, como uña y cupón. Hala. Aunque mi cuponcito no me haga millonario, yo lo quiero porque es mi cuponcito.

Porque el amor es lo más bonito del mundo. Hostia ya.

Actualización: No me ha tocado. Pero yo lo sigo queriendo igual. Hala.

Besitos...

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2 Comentarios:

  • El 3/18/2008 2:47 p. m., se hizo el silencio, y Blogger Espíritu profirió…

    Di que sí. Todos los cupones tienen derecho a ser personas. Él también es una persona. Bueno, bueno.

     
  • El 3/20/2008 10:03 a. m., se hizo el silencio, y Anonymous Anónimo profirió…

    Otro que se dedica a sobreproteger a los cupones. Si es que os tengo calaos...

     

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