Una jartá de pamplinas...

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jueves, octubre 16, 2008

Ole tu madre...

Recientemente hemos asistido a la proliferación de tarjetas de felicitación con la frase la mejor mamá del mundo. Sin embargo, dicha proliferación se ha conseguido sin tener en cuenta los mínimos procedimientos de calidad necesarios para cualquier actividad industrial.

En concreto, la veracidad del mensaje de dichas tarjetas es dudosa, y esto se debe precisamente a la producción masiva de este tipo de tarjetas. Esta masificación limita la posibilidad de aplicación de los procedimientos de verificación requeridos para determinar la adecuación del mensaje a la posible receptora de la felicitación. Además, el mensaje adolece de un importante fallo de diseño que hace que la veracidad de una de estas tarjetas implique la falsedad de todas las demás.

Por estos motivos, sugerimos la creación de un grupo de trabajo dedicado a la estandarización de tales tarjetas de felicitación, y proponemos un método basado en un cuestionario que permitirá obtener a las madres la calificación de Madre de calidad certificada ISO-ponga-usté-aquí-un-número-chachi y la consiguiente tarjeta de felicitación.

(Y luego dirán por ahí que los ingenieros no somos adorables...)

Besitos...

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3 Comentarios:

  • El 10/16/2008 5:36 p. m., se hizo el silencio, y Blogger Isilion profirió…

    Esa solución es demasiado costosa. Propongo cambiar el mensaje de las tarjetas por "Eres una de las mejores madres del mundo".

    A la receptora de la tarjeta le resultará muy difícil, por no decir imposible, comprobar la veracidad del contenido. Teniendo en cuenta la tendencia humana de creer lo que nos gusta creer, en la gran mayoría de los casos la madre en concreto decidirá creer la frase sin comprobación empírica alguna.

    De este modo el problema inicial desaparecería y no sería necesario contratar, organizar y mantener a un grupo de especialistas que gestionaran la tarea, ahorrando una gran cantidad de dinero que se podría emplear en comprarme un piso, por ejemplo.

    Luego dicen que los diseñadores no somos adorables...

     
  • El 10/16/2008 6:50 p. m., se hizo el silencio, y Blogger la que no encuentra su sitio profirió…

    Nada de eso, chicos.

    Las soluciones que proponéis tienen un gran inconveniente.
    Al aplicar una calificación de "Madre de calidad certificada..." o "Una de las mejores madres del mundo", estáis afirmando que la madre que recibe la tarjeta no es la mejor, cumple unos mínimos ciertamente, pero no es coherente con el dicho de "Madre no hay más que una" y le priva de la experiencia y sensación positiva de ser la mejor.

    A la larga, esa disminución de excelencia maternal puede generar un conflicto interno en la propia madre, que acabará provocando una frustración al saber que hay otras madres, como mínimo, tan buenas como ella.

    En este punto, puede caer en una depresión, que con los efectos que tiene, disminuiría mucho más su calidad de madre, y entraría en un proceso degenerativo autoalimentado por el propio estado depresivo.

    Así que en vez de tanto diseño y tanta ingeniería, considero que hay que aplicar algo más de sentimiento y comunicación efectiva, para dejarle claro que ella es y será siempre la mejor madre del mundo.

    (Si es que los psicólogos somos los más adorables...)

     
  • El 10/16/2008 8:32 p. m., se hizo el silencio, y Blogger El Mario profirió…

    Isilion: Creo que equivocas el problema. No se trata de engañar a las madres para que crean que son las mejores, basándonos en la premisa de que no se van a poner a verificar la validez y veracidad de su felicitación. Se trata de diseñar un proceso por el cual se pueda acreditar, mediante una tarjeta de felicitación, la verdadera virtud de esa madre.

    El problema de tu planteamiento es, en primer lugar, que hablas de una metodología de *seguridad mediante oscuridad*, la cual está más que demostrado que no funciona. Al poco tiempo de empezar con ese procedimiento, alguien descubriría que una de las tarjetas de "Una de las mejores madres del mundo" ha ido a parar a una madre que no supera con éxito las pruebas de aptitud, por lo que las tarjetas perderían su fiabilidad a ojos del público.

    Entiendo que en tu caso es perfectamente válido el método que comentas, ya que en el sector de los videojuegos importa más la apariencia de juego (gameplay, gráficos, animación) que el proceso que haya por debajo ("el protagonista salta genial, qué más dá que no cumpla exactamente con las leyes de la física"), pero en procesos industriales de semejante magnitud una aproximación así sería ciertamente arriesgado.

    LaQueNoeNCueNTRaSuSiTio: Evidentemente, no se certifica que sea la mejor, algo que es claramente difícil, puesto que implicaría el manejo de una cantidad de datos y la capacidad de actualización de dichas tarjetas (Se me ocurre que esto se podría arreglar mediante electrónica y difusión de actualizaciones usando satélites, pero se dispara el coste del proyecto)

    El dicho que comentas es, como tantos dichos populares, falso. Hay muchas madres. Lo que sucede es que los nodos de orden N sólo pueden dirigir una flecha hacia el nivel N-1. Sin embargo, el cardinal del conjunto de nodos de nivel N es elevado, y definitivamente mayor que 1.

    Evidentemente, lo que planteas se debe a un problema de expectativas desproporcionadas. Si una madre pretende ser *la mejor madre del mundo*, ciertamente caerá en una depresión, pues todos sabemos que eso es inalcanzable. Sería más saludable si pretendiese ser *una buena madre*. Así que, en ese sentido, nuestro método no alienta objetivos desmesurados y dañinos para la autoestima de las madres. La pregunta no es "¿Soy la mejor madre del mundo?", es "¿He sido una buena madre para mis hijos e hijas?", y eso es lo que pretende certificar la norma ISO-número-muy-chachi.

    Y las entidades de certificación son muy adorables.

     

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